- Siguiendo con la serie de carreteras del mundo, hoy viajamos hasta Asia, Oceanía y África para rodar, recorrer y enamorarnos de rutas que no podía ni imaginar que algún día descubriría.
- Estas son mis carreteras.
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ASIA
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RUTA DE LA SEDA (KAZAJISTÁN, UZBEKISTÁN, KIRGUISTÁN…)
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En realidad, más que un camino único, la Ruta de la Seda es una amplísima ‘red de viejos caminos comerciales’ que se extienden por Asia.
Hablar de ‘Ruta de la Seda’ es evocar increíbles aventuras y tesoros: seda, jade, pieles, alfombras, alfarería, piedras preciosas… y aunque esta ruta ya se usaba en tiempos de los romanos, cuando las mujeres patricias gozaban del privilegio de cubrir sus cuerpos de seda, no fue hasta 1275, cuando Marco Polo afirmó haber llegado a la corte del monarca mongol Kublai Kan, que se empieza a tener conocimiento de la ruta como una ruta de aventuras.
Son muchos los países atravesados por la Ruta de la Seda, pero yo me quedo con uno, Uzbekistán. Recorrer su carretera principal desde la frontera este con Kazajistán a la oeste con Kirguistán, descubriendo sus ciudades medievales con ese aire romántico de las mil y una noche, atravesando desiertos y cientos de kilómetros donde no te cruzas a nadie en muchas horas… es un reto, y te hace sentir un verdadero aventurero.
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CARRETERA 1095 (TAILANDIA)
- Al norte de Tailandia hay una carretera que hace las delicias de los amantes de las curvas, une Chiang Mai – Pai – Mae Hog Song… aunque también puede ser circular, volviendo al origen a Chiang Mai, y el paisaje será igual de espectacular en un sentido que en el otro.
240 kilómetros atravesando bosques tropicales, subiendo y bajando montañas, cruzando aldeas y parques naturales, bordeando ríos serpenteantes. Una maravilla… pero sobre todo destaco el tramo de Pai a Chiang Mai y sus míticas 762 curvas que, depende de la estación del año, regalará verdes paisajes que brillan bajo un sol de justicia, o nos envolverá en la bruma de los monzones, cuidado en esta época de lluvias porque las curvas se llenan de verdín y convierten la carretera en una pista de patinaje.
¡Y ojo! Que aquí se conduce en sentido contrario, y además los tailandeses gustan de invadir el carril contrario en las curvas, hasta las señales de tráfico lo avisan, ante la curva… ¡PITA!
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OCEANIA
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OUTBACK WAY (AUSTRALIA)
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Es la gran aventura en 4×4 de Australia. Una carretera que va desde Laverton en el salvaje oeste, a través del desierto a Uluru, y lleva hasta Winton, en Queensland, al extremo nordeste del país.
Atravesando el corazón desierto de Australia este camino comunica ambas costas, desde Perth a Cairns. Es una auténtica prueba de habilidad de conducción (sobre todo en moto) y también de resistencia, una aventura única en la vida, y la mejor forma de conocer el lejano interior de Australia, su cara más auténtica.
2.800 kilómetros de longitud, entre los 1.700 kilómetros de pista de tierra y 1.100 kilómetros de asfalto, este solitario camino es toda una aventura, se puede recorrer kilómetros y kilómetros durante un día entero sin cruzarse un solo coche o humano. Tan solo hay 3 Road Houses en los 1000 km de Laverton a Uluru, y entre medias solo los territorios de aborígenes, por cierto que para cruzarlos es preciso obtener un permiso antes de emprender la ruta.
Solo las recomendaciones echan para atrás a muchos… llevar agua y comida para al menos 3 días, repuestos de todo tipo, localizador satélite, pero bueno.. ya se sabe que los australianos son muy tremendistas. Aunque puede que el sol y la soledad no sean los mayores peligros, es la vida animal la verdaderamente amenazante por estos lares, numerosos animales venenosos sobreviven en estas tierras desiertas: serpientes, escorpiones, escalopendras y arañas mortales… si eres de los de acampar, y si llegas hasta aqui lo serás, mejor mantén los ojos abiertos.
Sea como sea, lo cierto es que la aventura está asegurada en este desierto, no tan desierto… Tierra de los aborígenes, parar en un Road House y ver los depósitos de combustible protegidos por rejas, y leer los grandes carteles con la prohibición de venta de alcohol para aquellos que nos son turistas, o aerosoles susceptibles de ser esnifados… le da a uno que pensar. En como mucho verás concentrados coches que suman al menos 3 décadas, con los parabrisas rotos, no sabes si de atropellos de canguros o un puño que entró amenazante por el cristal, pero sus miradas desde el fondo de su cornea amarilla estremece… por no decir que acojona… uno se siente de pronto en la película de Mad Max. ¡Auténtica aventura a la australiana!
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ÁFRICA
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CARRETERA MOYALE (DE KENIA A ETIOPIA)
- Otra de esas denominadas ‘carretera más peligrosa del mundo’… y cierto es que hubo un tiempo en que lo era y mucho. El que se atrevía a recorrerla se arriesgaba a dejar su vida en alguna de sus cunetas, no tanto por la geografía, sino por los asaltantes del camino.
Son 500 kilómetros, donde el paisaje cambia drásticamente, desde campos de cultivos a 2000 metros de elevación a la más árida estepa y sabana africana, situada a 800 metros sobre el nivel del mar, donde el suelo ennegrecido se ha abierto reseco asemejándose a un infierno. Durante larguísimos tramos no hay nada mas que poblados dispersos que practican la trashumancia, y los ves avanzar lentos en compañía de sus dromedarios. Tribus ataviadas de las más variopintas formas, y que observan curiosos a los extranjeros que recorren el tortuoso camino.
Este paso fronterizo es un punto clave en la ruta que cruza África de Norte a Sur por la costa Este. Un mito entre los viajeros ya sean en moto, todoterreno o camión. La Moyale toma su nombre de la ciudad frontera, mitad Etíope, mitad Keniata, en un entorno árido y aislado. Durante decenas de años el norte de Kenia ha estado tomado por bandidos y guerrilleros y recorrer esta carretera, que en realidad era una pista de tierra mala e impracticable durante gran parte del año a causa de las lluvias, era jugarse literalmente la vida, había que cruzar con escolta o confiar en el cielo protector, porque sin escolta los bandidos hacían de las suyas, cuando no les daba por jugar al tiro al blanco con los vehículos que pasaban, esto nos lo contaba en Nairobi un inglés y motero que lleva más de 30 años viviendo y recorriendo el país en moto, y que conoce más de dos y tres que han perdido la vida en esa carretera… «pero ya no es lo que era» me dice con una sonrisa arrugada, la piel demasiado tostada para ser inglés, (al final todo se adapta al entorno y el sol ecuatorial de las tierras altas de Kenia acaba por apropiarse hasta de las pieles británicas).
“Ya no es lo que era, pero nunca se sabe”…- Finalmente todo nuestro miedo quedaría en nada, lo cierto es que hoy en día se han estrenado muchos tramos asfaltados de la carretera, lo que un día no muy lejano fueron casi 600 km de malísima pista, hoy ha quedado reducido a 150 km, y eso dificulta los asaltos porque la velocidad es mayor, ya no hay que avanzar penosamente a 20 km/ o menos….
Los últimos 150 km que restan sin asfaltar están en plenas obras, entre tribus que nos trasladan un siglo atrás, etnias tan minoritarias que no tienen nombre, en los mapas étnicos de Kenia les hemos visto como “otras”… Los hombres lucen el torso desnudo, con un faldoncillo de piel, y la cabeza tocada con larguísimas plumas, parecen llevar una lanza en la mano… pero lejos de parecer agresivos nos saludan al pasar, y como mucho nos piden agua.
El paisaje es agreste, duro, rocas negras del tamaño de cabezas se amontonan en los laterales, como un terreno volcánico, escasos árboles en el horizonte, y de vez en cuando algunas cabañas que se confunden con la tierra oscura. Podemos imaginar lo que sería este camino antes de ser asfaltado… y seguro habría molado, pero lo cierto es que es un gustazo avanzar rápido, los únicos parones son los de los tramos en obras, que son muchos, tramos cortos pero continuos, hasta llegar a Moyale, la ciudad que vive a caballo de dos países. -
NAMIB ROAD – la C27 y la C14 – (NAMIBIA)
- … Esta es LA RUTA, al menos para mí, LA RUTA, así en mayúsculas.
La mejor manera de descubrir el desierto de Namib a tu aire. La C27 es una excelente pista de tierra que recorre en paralelo al desierto de Namib de Sur a Norte. Considerado el desierto más viejo del mundo, son 2000 km de arena y dunas rojas, blancas y doradas, que alcanzan en ocasiones los 300 m de altura, vastas llanuras resecas y cañones agrestes que se extienden desde Sudáfrica a Angola, del rio Orange al Kunene.Pero el tramo más mágico, al menos lo fue para nosotros, se extiende desde la población de Aus hasta el Trópico de Cáncer más o menos, lo que se conoce como el El Namib Naukluft Park, 300 km de longitud y 200 km de ancho desde el Atlántico hasta la carretera C14, mejor dicho el camino de tierra que nosotros tomaremos en Aus. Acompañar las dunas rojas en la distancia, al fondo de interminables llanuras por un camino de tierra ora dorado ora rojizo , el motivo de este color está en las arenas del Kalahari, que han sido arrastradas por los vientos durante siglos y milenios, estas tierras cargadas de pigmentos ferrosos son las mismas que dan nombre al rio Orange (naranja). El camino es arenoso, y a ratos se convierte en un verdadero arenal, y hay que emplearse a fondo cuando la moto quiere ir para todos los lados menos para donde nosotros queremos, y da miedito, mucho miedito sobre todo desde el asiento de atrás, donde solo me queda confiar …y rezar, me quedo quieta como una estatua para no alterar los pesos, y sudo la gota gorda como si fuera yo la que estoy manejando la moto, cuando volvemos a pisar firme, respiro…
El camino me recuerda en ocasiones al del Outback australiano, apenas cruza poblaciones, se pueden contar 3, que en realidad son Road Houses, o paradas de postas: unos surtidores de gasolina, una pequeña tienda de básicos, un hostal / camping y un restaurante, ¿y para qué más? Pero habiendo tanto desierto solitario… quien quiere parar en un camping, tras las lejanas dunas rojizas se esconde el sol, y las estrellas iluminan de tal forma el desierto que parece de día.
No importa avanzar despacio por el camino de arena, porque así se puede disfrutar de los animalitos que se cruzan en nuestro camino: gacelas, ryx con sus astas estilizadas, o kudus de astas retorcidas, avestruces, cebras… tantos animales que nos obligan a parar sentarnos en la llanura para observar el horizonte, para fijar ese paisaje en nuestra retina, y es que parece de mentira, es lo que uno imagina cuando imagina África, una superposición de colores, naranjas, dorados, malvas, rojos, y sobre todo ello un impoluto cielo azul. Allí sentada ante esa inmensidad desierta, me sentí sobrecogida, sí, una de esas rutas para volver y volver.-
SANI PASS (SUDÁFRICA)
- Una tortuosa carretera que conduce al pequeño reino de Lesotho, a través de las montañas Drakensberg, en Sudáfrica. Es considerada una de las más peligrosas del planeta… si bien una vez hecha no me pareció tanto, eso sí, más vale armarse de paciencia si se está dispuesto a hacer el ascenso por su barrosas y empinadas curvas, porque al menos será fatigoso.
- 27 curvas y tan solo 9 Km que recorrimos a tramos entre lluvia y sol, asomando tímido el arco iris cuando las nubes ascendían y nos dejaban ver el angosto y verde, verdísimo valle. Pequeños riachuelos atraviesan el camino, y de las laderas nos sorprenden las caídas espontáneas de pequeños manantiales…Al tomar la última curva antes de la cima, miramos para abajo, y la nubes se abrieron regalándonos unas increíbles vistas que nos conmovieron. Allá está el punto más alto de Sudáfrica (2874m), con esas vistas nos despedimos de este país, para entrar en Lesotho, un reino perdido entre montañas. Rural y verde, de páramos desnudos y gentes sonrientes… Una pequeña carretera que nos descubrió un pequeño país.
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PASO DEL ATLAS (MARRUECOS)
- Pero no por la carretera habitual, la asfaltada que lleva de Marrakech hasta Ouarzazate, a través del puerto de Tizi n’Tichka. No, no, yo me refiero al paso sin asfaltar, el que nace en el valle del Todra, en esas gargantas de tortuosas vueltas, y revueltas, tan famosas, ¿quién no ha visto esa carretera que dibuja un zigzag en las casi verticales paredes rojizas?
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- Tras superar los primeros kilómetros, y los tajos más angostos y turísticos… seguimos ascendiendo, dejando atrás todo el tráfico rodado, a partir de aquí, solo nos encontraremos pastores locales, a pie, o sobre mulas… las cabras encaramadas por las laderas del Atlas, y en las suaves hondonadas del altiplano que se abre ante nosotros.
- Un paisaje yermo, solitario, casi apocalíptico, de vez en cuando un pueblo polvoriento, con niños de ropas coloridas aunque desgastadas, pintadas sus manos en hena roja, nos las muestran boca arriba pidiendo caramelos.
- Hay gran belleza en estos paisajes desolados, casi desérticos. Hay paz en un amarillo horizonte que a veces se rompe con la aparición de las cumbres nevadas del Alto Atlas. Allí entre pueblo y pueblo nos cruzamos con un chiquillo, en una cuneta embarrada, como el resto del camino, se le había salido la cadena de la bicicleta, y con sus escasos 5 añitos intentaba colocarla. Paramos, lo arreglamos, y casi sin palabras, solo intercambiando sonrisas sentimos su agradecimiento. El siguió su camino hacia el Sur, y nosotros al norte, abandonando el valle, en busca de la civilización, abandonando con pena este paso del Atlas.
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OLD PEATUKE ROAD (ZAMBIA)
- Wowww Uno de esos caminos que uno enfrenta sin esperar muchas sorpresas, ni especialmente difícil ni entretenido, solo era un atajo por pista de tierra para evitar un rodeo de 100 km por la carretera principal, atascada y aburrida, ‘solo’… eso pensamos. Y de pronto descubres que este atajo de Petauke a Kakumbi, el pueblo de entrada al Parque Nacional Luangwa Sur, puede que se convierta en la ruta mítica de tu vida…
Casi 180 km de pistas de tierra, que la mitad del año quedan cortadas por las lluvias, intransitables, siendo devorado por la selva. El camino empieza bien, razonablemente amplio, con sitio para el tráfico local… personas a pie, en animales o en bicis. Pero poco a poco la pista se va estrechando, hasta que no es posible ni que un 4×4 entre por allí.
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- Los charcos, y el barro se alternan con zonas arenosas, y difícilmente se puede avanzar a más de 20 km/hora, a veces ni a 5 km/h. Pero en absoluto es un camino solitario, cada poco te cruzas una aldea de cabañas de barro o ramitas, y al atardecer el camino hasta se atasca, es la hora en que el ganado se recoge, la gente va y viene de vuelta al hogar, los mayores se sientan en círculos bajo los árboles, niños, mujeres, jóvenes y no tan jóvenes nos saludan al vernos pasar. Si les devuelves el saludo, seguro despliegan una sonrisa ilusionada.
- El camino cada vez se enreda más, la vegetación se espesa y se acaba convirtiendo en un angosto sendero con las hierbas tan altas y frondosas que cubren por completo el camino. Frecuentemente se cruza un rio tan crecido que ha anegado de agua completamente el camino, y hay que vadearlo cual Humphey Bogart en la Reina de África.
Estamos al final de la temporada de lluvias, y aun no ha pasado ni un solo vehículo de 4 ruedas, eso está claro… recordar que es ir mejor en plena temporada seca, claro que no sería tan divertido ¿no? Pero todo esfuerzo tiene un premio, y es que el tramo final, llegando al parque Luangwa, un parque sin vallas ni límites en el que los animales salvajes estén encerrados, el recorrido se convierte en un safari improvisado: elefantes, antílopes, gacelas, monos… y que tengas suerte y no te cruces a ningún león, porque huellas frescas en el barro aún húmedo de la noche anterior veríamos unas cuantas… - Esto es África, la auténtica África, y el viejo camino de Petauke a Luangwa, conocido como Old Petauke Road, ha sido sin duda mi mayor aventura africana. Me rio de la temible Moyale.
Y es que el viaje es el camino y no el destino y la aventura espera donde menos esperas 🙂
Lo mejor es que aún me quedan muchas carreteras por descubrir, otro día os hablaré de esas, las carreteras que aún sueño con recorrer.
Que excelente narracion, gracias Almu por permitirnos transportarnos hacia esos lugares gracias a tu paso por ahi
Felicitaciones!
Muchísimas gracias, seguimos viajando juntos 😉