La Sociedad Internacional de Ecoturismo lo define como el viaje responsable a las áreas naturales para conservar el medio ambiente y mejorar el bienestar de las personas locales. Para conservar algo hay que quererlo y para quererlo, hay que conocerlo. Qué mejor forma de conocer, querer y proteger el medio ambiente que a través de un viaje.
El nuestro comienza en El Nido, una población costera de más de 27.000 habitantes al norte de la isla de Palawan, en Filipinas. Esta isla fue declarada por la UNESCO Reserva de la Humanidad y de la Biosfera en el año 1990 y es una de las más visitadas del país. Entre sus muchos tesoros, cuenta con el Parque marino del Arrecife de Tubbatah, patrimonio de la Humanidad. La apabullante oferta de alojamientos, restaurantes y rutas guiadas en El Nido da una idea precisa de la explotación turística de la zona.
Al atardecer en El nido, las bancas de pescadores transmiten un pausado sosiego que contrarresta el bullicio diurno del turismo.
Contratamos la típica ruta en banca en uno de los minúsculos establecimientos que abarrotan la calle principal, Arnold será nuestro guía. Con no más de diecisiete años se presenta a sí mismo y a sus compañeros con una soltura inusitada que no se encuentra a menudo en el carácter filipino. En la primera playa escondida por la que paseamos, pide que no recojamos conchas ni arena: “Todo lo que llega a la playa, es necesario para su propia regeneración”. Desde la barca señala una zona del mar convertida por el gobierno en reserva natural: “la pesca con dinamita ha destrozado el hábitat coralino, el gobierno confía en que sea recuperable”. Este método de pesca comenzó a darse con los explosivos que sobraron de la Segunda Guerra Mundial. Cobró auge durante los años 60 y, aún hoy, sigue devastando zonas que no han sido protegidas.
Durante la travesía, Arnold cita los nombres de las aves que nos sobrevuelan y no duda en contarnos historias sucedidas en los alrededores, como la del grupo de buceadores que se perdió dentro de una cueva. Es el único guía que he encontrado en Filipinas decidido a interaccionar con el turista para hacerle conocer y cuidar del medio que visita. Ante mi sorpresa por ello, responde cordialmente: “Realicé un curso formativo donde aprendí muchas cosas sobre El Nido, temas de ecología y técnicas básicas para ser guía turístico”.
El medio más utilizado por el turismo para disfrutar de los secretos a voces de las islas es el llamado “Island Hopping”, una ruta en pequeños catamaranes denominados bancas.
“El Nido Foundation” lleva organizando estos cursos desde el año 2009. Lo hace en colaboración con la Oficina Municipal de Turismo y la de Gestión de los Recursos Costeros. La formación está enfocada a desarrollar los conocimientos y habilidades de los guías para proteger el ecosistema de los daños causados por los turistas.
Con este mismo objetivo trabaja “Green Fins”, un programa de las Naciones Unidas que proporciona asesoramiento a la industria del buceo y del snorkel para la implementación de buenas prácticas. El programa aúna el esfuerzo de guías de buceo, capitanes de barcos, turistas y funcionariado del gobierno local y nacional por la conservación de los frágiles y valiosos ecosistemas marinos. Desde el año 2001 está presente en la , hacia donde nos dirigimos para continuar nuestro viaje.
Anilao es un santuario marino con más de cuarenta zonas de buceo a sólo tres horas de Manila. Green Fins promueve un buceo respetuoso en la zona desde el 2011.
Anilao es un santuario marino con más de cuarenta zonas de buceo y a sólo tres horas al sur de Manila. Es el destino perfecto para quienes quieren disfrutar de la aclamada biodiversidad marina de las islas. Un gran número de hoteles en la zona están especializados en ofrecer actividades de buceo, pero no tantos son conocedores de lo que significa buceo respetuoso. “Durante una inmersión interactuamos con organismos fascinantes y este privilegio conlleva una gran responsabilidad; asegurarnos de que nuestra interacción causa el menor trastorno posible”, afirma Chloe Hunt, coordinadora internacional de “Green Fins”.
Sobre conservación marina tiene mucho que aportar la organización local “Conserve and Protect Oceans” (CAP-Oceans). Dos horas por carretera hacia el sur-oeste de Manila bastarán para llegar a su sede en Calatagán, provincia de Batangas. La organización se fundó por un grupo de buceadores en el 2003 tras el asesinato, aun sin resolver, de uno de los principales líderes de la zona en protección y conservación marina.
CAP-Oceans ha creado un arrecife artificial a partir del coral muerto que actualmente se ha convertido en un santuario marino y una interesante zona de buceo.
Jesi (Jesiderio de los Reyes), coordinador general, está convencido de que “la negligencia y el abuso de los océanos se debe a la falta de sensibilización del público en general en las cuestiones relativas al medio ambiente. Esta falta de concienciación puede ser enmendada únicamente a través de la difusión educativa”. De este convencimiento brota una de las grandes líneas de trabajo de la entidad: la educación medioambiental de la población local y de quienes visitan la zona.
Ante las dificultades económicas para sufragar sus actividades de conservación, CAP-Oceans comenzó a ofrecer servicios de ecoturismo: “el impacto del turismo está reforzando la importancia que tiene la implicación de la comunidad en el cuidado del medio ambiente”. Incluso, tal y como sostiene Jesi: “el gobierno está apoyando este proceso a través de bases jurídicas, apoyo financiero y redes de colaboración”.
Sin embargo, la experiencia de Larry (Lawrence Gadbois) es muy diferente. Como impulsor del proyecto de ecoturismo “Palawacana” no ha encontrado muchas facilidades por el camino, “quienes tienen los recursos necesarios para marcar la diferencia, a menudo no están interesados. El gobierno y la industria turística parecen ocupados en atraer a cadenas multinacionales cuyos beneficios económicos rara vez llegan a la población local.”
Santo Niño es un paraíso tropical a menos de dos horas de la capital de Palawan. Desde esta comunidad, el proyecto “Palawacana” acoge al turismo fuera del circuito convencional.
Viajando hacia al sur-oeste por carretera desde Puerto Princesa, capital de Palawan, llegamos a un pequeño pueblo costero: Santo Niño. Allí se encuentra “Palawacana”, una iniciativa que ofrece al turismo la oportunidad de participar en actividades diarias con la población local que favorezcan el conocimiento mutuo. Los beneficios económicos se reinvierten en proyectos sociales para mejorar la calidad de vida de la comunidad.
Larry resume la voluntad del proyecto de una manera muy sencilla: “el mundo sería un lugar mejor si quienes viajan quisieran conocer los lugares más allá de los circuitos convencionales, si tuvieran el interés suficiente para abandonar la zona de confort y acercarse a zonas remotas donde participar de algún modo en una experiencia cultural más enriquecedora.”
El esfuerzo de estas iniciativas por proteger el medioambiente, mejorar la vida de la población local y conservar la riqueza del planeta que compartimos llena de significado la etiqueta verde del ecoturismo.
El viaje ya ha comenzado, ¿te apuntas?
Tocar todo aquello que vemos, alimentar a los peces, mover bruscamente las aletas o posarse brevemente sobre el coral son hechos que, aunque pudieran parecer nimios, afectan gravemente al medio y a los organismos que viven en él.
Texto: Chus Álvarez Jiménez
Originalmente publicado en la Revista ECOGUÍA